Viaje astral al centro de otras mentes - Recopilación de cuentos

En esta entrada me dedicare a presentar distintos cuentos (cinco, en concreto) basados en sueños alguna vez claramente soñados por seres humanos cercanos a mi persona.

I - Esa vez que me enfrente contra algo. 

Estaba caminando por la avenida de mi barrio a altas horas de la madrugada, solo y con la mente puesta en la batalla que estaba por enfrentar. Veía, de lejos, la silueta de otra persona, o eso creía, poco a poco viniendo hacia a mi. Me fui acercando, por mera curiosidad, hasta el momento en que mis ojos me quitaron de todo engaño. Me di cuenta que tenia frente a mi a el famoso cantante, y mi artista preferido, Cristian Gabriel Álvarez Congiú. Estaba vestido como una persona del futuro, con un traje algo así como militar, pero con una guitarra criolla. De la nada, se me acerco al oído y me dijo, de manera sigilosa pero segura: "Dale pibe, vamos a acabarlos juntos" Asentí con mi cabeza, y ambos dos, de golpe, comenzamos a volar hacia el combate.

II - Él papá de Noel

Él, mi papá, la figura más importante de mi vida, se había ido. Todo fue muy rápido, pero a la vez, eterno. Mi héroe, ya no estaba. Pasaba por la primera navidad sin él. No existía espíritu en mi familia sin su presencia.

Amaba la navidad, pero con la peculiaridad de que jamás había logrado vislumbrar a mi repartidor de regalos favorito, Papa Noel. Habíamos decidido celebrar en la casa donde mi padre había nacido, en Lanús. Siempre recibíamos los regalos en el patio delantero, nunca en el trasero, esta vez, también. Otra navidad más, anhelando ver a ese tal personaje que se encargaba de hacerme feliz cada fin de año, pero esta vez con una intención distinta, quizás. Me faltaba mi papá.

Transcurrió la noche, un ambiente extraño se sentía. Se hicieron las 12 y todos, como la tradición lo marcaba, estábamos expectantes. De la nada, decidí escaparme, algo me lo pedía. Me dirigí, como guiada por un ente al cual no logro describir, al patio trasero. Llegué, y decepcionada, no vi nada. Me di vuelta, como para irme, y en ese mismo instante, un ruido polvoroso interrumpió en mi misión. Volví hacia atrás y me di cuenta de que una especie de nave estaba sobrevolándome. Era un trineo. El trineo. Los renos. Sus renos. Poco a poco fue descendiendo. Mientras aterrizaba logre ver algo rojo, era él. Cuando de una vez por todas toco tierra, algo salió del trineo. En ese mismo instante, y con una sensación que nunca más en mi vida volví a tener, pude darme cuenta por fin, de que Papa Noel, era mi papá.

III - El exilio de la especie

Era un día normal, un poco triste, un poco desganado, un poco “formando parte de la especie humana”. Me desperté a eso de las 7 de la mañana, a oscuras, como siempre, pues no tolero dormir con luces cerca. Estuve un rato mas en la cama, y unos minutos después, tomé la decisión de abrir los ojos y encender el velador.

Cuando se hizo la luz, exaltado, no tenía idea de que me estaba pasando. Me encontraba en el medio una suave e inmensa superficie azul. Lo primero que me dije, como para calmarme, fue “Estoy soñando”. Procedí a abrir y cerrar los ojos unas 25 veces, pero nada cambiaba.

Paso un rato y me di por vencido. Tome la decisión de observar el lugar donde me encontraba. Lo primero que vislumbre fue una puerta gigante, la cual era parecida a la de mi habitación. Razoné un pequeño lapso de tiempo, con mentalidad un tanto fantasiosa, como si se tratara de una ficción y no la realidad (lo cual no fue complejo) hasta que logré darme cuenta de que estaba en mi habitación. Pero con una pequeña y también enorme peculiaridad, todo era inmenso, y yo era diminuto.

Comencé a caminar por mi cama, como si fuera una llanura. Con un poco de esfuerzo, logre bajar. Fui directo a la puerta teniendo como objetivo saber que pasaba con mi madre ¿Sera ella diminuta también? me pregunté. Para mi sorpresa, ella también era enorme. Intente comunicarme de diversas maneras, pero nunca dio cuenta de mi presencia.

Entré en pánico ¿Qué hacer en esa situación? Tomé la decisión de salir a la calle. Todo era enorme, excepto las hormigas, con las cuales tuve una cierta afinidad. Decidí aceptar lo sucedido y pasar el día observando los comportamientos humanos desde una posición rotundamente distinta. Mi relativa idea sobre los tamaños cambio en este lapso. Comprendí, quizás, que la enormidad no es un síntoma de superioridad.

Al final del día, decepcionado, asustado (claro que todo el mundo le tiene miedo a lo desconocido) y tenso, llegué a la conclusión de que todo lo que había visto eran solamente humanos, no humanidad.

Así, fue como me entregué a las hormigas.

IV - Des/Aparición

Había salido de la casa para guardar todo el equipaje y encender un cigarro mientras la esperaba. Terminado el tabaco, subí al auto.

Eran las 4 de la mañana del primer día de noviembre. No había muchos autos en la carretera, ni tampoco mucha presencia humana, a decir verdad, habíamos decidido vacacionar en temporada baja.

El tiempo siguió pasando y yo seguí observando. Decidí volver a entrar a la casa, sentía unas vibras extrañas por ahí fuera. Bajé del auto y me dirigí a la entrada. A al menos 5 metros de llegar, sentí un ruido extraño, venia del norte. Me di vuelta.

¿Qué era eso? Parecía un avión, pero, ¿volando tan bajo?, lo veía en el horizonte y poco a poco se acercaba más y más. Hasta que por fin logre vislumbrarlo. Era una nave, pero no cualquiera, era redonda. Aterrizo delante mío, algo me llevo a acercarme, una sensación extraña recorría todo mi cuerpo. Di unos pasos, y la conciencia volvió a mí, o eso sentí, ¿en qué momento la había perdido? Automáticamente la nave despegó y se perdió entre las nocturnas nubes.

Procure entrar a la cabaña para contarle a mi amada todo lo sucedido, pero cuando entre, algo me atemorizo. Ella no estaba. Busqué por toda la casa sin cesar, pero nada encontré. Opte por dirigirme a la estación de policía más cercana. Se estaba haciendo de día ¿ya había pasado tanto tiempo?

Desesperado llegue a la estación. Conte toda mi situación, me escucharon atentamente, y comenzaron a pedirme datos. Comencé por dar la fecha. Los oficiales me miraban de manera extraña, hasta que a uno se le dio por preguntarme si estaba bien. Me trataban como un loco. Insiste montones haciéndoles saber que era primero de noviembre. Me preguntaron mi nombre, y en ese instante todo cambio.

- Señor, nos encontramos en el primer día de noviembre del año 2030, 5 años después de los hechos que usted relata. Usted es el caso policial mas emblemático de la nación. Usted lleva desaparecido 5 años.

V - Emilia

Había sido una tarde hermosa. Disfrutando el pleno sol otoñal, no mucho frio, no mucho calor. Todo estaba equilibrado. Junto con mi vecina Emilia, de la otra cabaña, la que estaba a unos 400 metros de casa, habíamos pasado todo el día jugando fuera. Mis padres se llevaban muy bien con los de ella, pero hace un tiempo no interactuaban.

Sus padres no la dejaban salir seguido, pero esta vez, por alguna razón, estaba en el bosque desde hace un largo rato. Me dijo que sus padres no estaban, que tenían una triste, pero necesaria, ceremonia. Como una niña feliz e inocente, no le di importancia a sus dichos, y seguimos jugando.

Se hizo la noche, y tenia que volver a casa. Mi madre me llamó. Saludé a mi compañera, y volví corriendo. Mis progenitores me preguntaron que había hecho sola toda la tarde, a lo que respondí que estuve acompañada por mi vecina de la finca cercana. Me miraron con cara extraña y nos sentamos a comer.

La mesa estaba en silencio, hasta que algo lo rompió. Mi madre con lagrimas en los ojos me dijo: “Emilia falleció ayer por la noche”



"El sueño como expresión liberadora"

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