Rostro primero: Diego Armando Maradona
El subjetivismo,
en esta descripción, es casi imprescindible, aunque, creo firmemente
que, mediante estos filtros subjetivos, se puede conocer objetivamente. Un
rostro que comunica, una expresión que ilustra una obra de arte, un seño que
escribe mil novelas. Una mirada con muchísimo contenido, imponente es poco
adjetivo. Una cara fina, delineada, castigada, confiada y salvaje, acompañada
por el par de orejas más vivo y listo para oír existente. Diminutas y redondas,
con cierto colgante al lado izquierdo. Un color latino, de barrio, moreno. De
labios finos pero firmes y duros. Cejas gruesas, espesas, transmisoras de
seriedad y altruismo. Una frente baja, estrecha e inteligente, lisa, pero a la
vez arrugada por tantas sensaciones. Unos ojos azabaches, soñadores,
impenetrables, vivos. Una nariz por la que dan ganas de deslizarse, un tobogán
recto perfectamente elaborado. Un cuello corto, grueso y elegante. La melena más
brillante y filosa que puede existir, cabellos ondulados, largos perfectamente
ordenados en su libertad, sedosos. Las chapas sobresalen por detrás de la oreja
como dando a entender la longitud de la que hablamos. Un diez.
Rostro segundo: Raymond Carver
Una cara
estrecha, cabal y rectangular, de barbilla marcada, dura y fuerte. A sus lados,
dos punzantes, largas, pero estrechas, orejas. Unos labios finos, pero marcados
y presentes. Una nariz chata, pequeña y con una curva toboganesca,
acompañada (a su derecha y a su izquierda) por dos profundos y cóncavos
pliegues que marcan una vida entera. Unos ojos dignos de un felino selvático,
finos, puntiagudos y negros como la noche, protegidos por dos finas cejas en su
principio, pero anchas y arqueadas en su final, que generan cierta sensación de
intimidación en la piel de quien observa este rostro. Dos pequeños lunares
simétricos, como si de una constelación tratase, ubicados debajo del ojo
izquierdo. Una frente alta, arrugada y equidistante con el rostro, que arriba
suyo tiene ondulados y gruesos pelos que corren en sentido horario. Cabello
corto, prolijo y libre. Una expresión de sabiduría que nos narra una realidad.
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